¿Y qué piensa la vida, que uno no se cansa?
Si una pregunta seca y contundente para mi destino, para quien ayuda a que las piezas avancen en mi vida. Me siento agotado, agobiado de haber llevado la misma vida todo este tiempo: alguien respetuoso, amable, gentil, alguien que siempre quiso encontrar un amor bonito, de esos que no creen en finales. Ah, pero cuidado no crean por eso que me convertí en alguien que no soy: porque no. Por nadie lo haría, por nadie lo he logrado por más que he querido, sencillamente la vida enseña que nuestra comprensión y creencia de la vida no basta en ningún sentido para afrontar y lograr superar las circunstancias en la que te acorrala la vida.
Porque sí, solía ser ese quien no creía que el amor se acaba, que los sentimientos cuando se quieren se pueden conducir, conseguir soluciones, pero la vida necesitaba darme una lección: el amor si se acaba y eso realmente no lo menosprecia, no le quita valor ni realidad, el amor es, aunque sea por un instante, aunque sea por un momento, el amor es vida, el amor es un segundo, el amor es magia.
Es aquello que en el tiempo se nos perdió, que se me perdió con quien me quiso hasta morir, que se le perdió a quien quise hasta morir. El amor es y será fugaz en esta vida, va y viene porque se forma en el compendio de las pequeñas cosas, de las grandes decisiones y de las mas importantes formas de asumir la vida en pareja.
Por lo mismo no tengo ya miedo de vivir mi vida correctamente, a lo malo, equivocándome...
Siempre había tenido el gran deseo, ahora que me doy cuenta, de ser yo quien salve a esa persona especial, enseñarle que hay un camino diferente a todos esos errores que no conllevan a nada y te encierran en lo peor de ti mismo.
Pero ya no vale, me cansé de querer ser el que salve a esa persona, ser ese ejemplo de mi pareja, esa persona que el círculo de amigos considere intachable, me cansé de ser el buen Jhon, el de siempre. Por que quizá faltaba que yo pasará por toda esta vida, para encontrarme con ese alguien que me salve de lo peor de mi mismo, de lo que nunca fui y ahora quiero ser. Tanta vida para al fin sentirme yo, en otro ambiente, en otro lugar.
Apuesto que esa persona está del otro lado, quizá escribiendo, quizá pintando (admiro tanto a los artistas), esperando encontrarnos, esperando que sea nuestra hora, nuestro momento, nuestro instante para hacer las cosas bien juntos, para errar juntos, para experimentar juntos, para ser y dejar de ser...
Así empiezo a retratar a ese alguien que realmente quiero, pues no se trata de estereotipos ni de un físico determinado, si no de esa magia, esa conexión que me haga sentir como en casa, que me haga sentir que entre sus dedos está mi hogar.
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