La vida está hecha de las pequeñas cosas, de aquellas que en ocasiones consideramos imperceptibles pero que a la larga, son nuestra estadía en este lienzo que cada uno pinta a su modo y a su estilo, a su entrega y con sus colores. El corazón sana a su tiempo, a su medida, a su manera, hay que sencillamente dejarlo sanar.
Pues bien las palabras son una fuente que permiten ilusionarse, pero las palabras purifican o ensucian en alma cuando son expresadas por nuestra boca: por lo mismo evito decir groserías. Lo poco que sé de la vida es que es a ensayo y error, es cómo la música años de estudio para minutos de interpretación, por lo mismo no vale la pena desperdiciarla en el futuro, ni en el pasado, si no disfrutarla en cada gota, en cada partícula, en cada instante del presente.
Y así comienzo para en realidad no sólo agradecer sino disfrutar cada conversación, cada aprendizaje de todas las personas con las que me he topado en el camino, en los atajos, en los desvíos, en las calles ciegas, esas personas que dejan gran parte de sí mismas en nosotros y así.
Es así como uno encuentra personas que emiten y recrean un lugar calmado y tranquilo, una serenidad infinita. Esa clase de consideración y justicia que uno no consigue todos los días en las personas. Esa mirada capaz de hacer sonrojar al más serio de los hombres, esos detalles capaces de revolverte la esencia y decirte: "¡Ey, cuidado! Estás olvidando de donde vienes". Esas personas que demuestran que la madurez no está en un número en la cédula y que no sé es demasiado joven para saber de la esencia de las personas.
Así de maravillado estoy en este instante de la vida, de las personas, de la gente que conozco y he decidido conocer (porque vaya que es una elección decidir a quién conocer que siempre te va a perseguir).
Ese mismo tipo de persona que le deseas lo mejor de todo corazón, aún sabiendo que tu no eres lo mejor y que por eso mismo te apartas y pones lo más importante "que sea feliz" así mismo, de esa clase de personas es que me he rodeado personas que te hacen sentir a salvo, que provoca hacerlas felices día tras día, sin queja sin problema sin grises, a todo color, con mucho fraseo.
Por eso mismo estas palabras, ya que son un inmenso agradecimiento a cada una de esas personas que me valoraron por lo que soy sin sobreestimarme y que aún sabiendo cómo es la peor versión de mi mismo aún están aquí apoyándome, caminando junto a mi en este largo trayecto al que llamamos vida.
lunes, 17 de noviembre de 2014
Pasado bendito.
Que si la luna tenía el borde azul o lo tenía blanco.
Que si el cielo realmente no es azul, o que la luna sencillamente es el reflejo de la luz del Sol.
Eran las excusas perfectas, los motivos necesarios para comenzar todo representado por algo místico que superara las expectativas, que cambiara las razones, que cambiara los principios.
Y de todo aquello nació algo trascendental, algo mejor que las historias que tienen fin con un desenlace espantoso, nació algo que no acaba y se mantiene en el recuerdo de las mejores experiencias de mi vida.
A lo largo del tiempo llegan y se van personas que te dejan algo invaluable: experiencias, conversaciones infinitas, risas ilimitadas y una afinidad inmensa que día tras día me hacía sentir en casa.
Pero vaya que hogar, un lugar luminoso, casi volviendo a los momentos de un primer amor, puro, genuino, inocente, con sus destellos de la tentación de lo desconocido, algo así como esperar en su puerta nervioso para que no saliera ningún familiar, o tratando de ser lo más gentil con su mejor amiga (para ganar puntos). Bueno sea como sea ella está entre las experiencias más invaluables y hasta la luna de esta noche no tengo razones para quejarme de ella ni de nada de lo que ocurrió, al contrario agradezco a Dios y al destino de ofrecerme tal experiencia, el superarlo, fue lo realmente difícil. Pues bajar del cielo no es fácil y ella es lo más cercano al cielo, luego de tanto tiempo de pasar en problemas, en ese vacío y oscuro lugar que no me permitía avanzar, sentirme mejor conmigo mismo.
Pero ahora, que estoy en tierra veo todo mejor.
No merecía el cielo después de todo, aún me falta mucho por crecer y mejorar, mantener una relación resulta difícil y complicado, aún mas en esta transición de "crecer" y conocer el mundo, todo esto que cambia cada instante con y sin nosotros. Pues sí, aquí estoy cambiando en ocasiones al mismo tiempo que mi alrededor, en otras ocasiones no, pero he aprendido a conocer a levar las cosas a mi ritmo, de una manera sana, disfrutar mi tiempo, mi época (aunque no me sienta de esta época y por más cliché que suene) realmente creo que la puedo sobrellevar y aún este lienzo que llamamos vida lo puedo delinear y borrar algunos trazos pasados de estilo o fuera de lugar, aún hay muchos trazos por hacer y toda la disposición de esta vida y el mundo para hacerlo.
Que si el cielo realmente no es azul, o que la luna sencillamente es el reflejo de la luz del Sol.
Eran las excusas perfectas, los motivos necesarios para comenzar todo representado por algo místico que superara las expectativas, que cambiara las razones, que cambiara los principios.
Y de todo aquello nació algo trascendental, algo mejor que las historias que tienen fin con un desenlace espantoso, nació algo que no acaba y se mantiene en el recuerdo de las mejores experiencias de mi vida.
A lo largo del tiempo llegan y se van personas que te dejan algo invaluable: experiencias, conversaciones infinitas, risas ilimitadas y una afinidad inmensa que día tras día me hacía sentir en casa.
Pero vaya que hogar, un lugar luminoso, casi volviendo a los momentos de un primer amor, puro, genuino, inocente, con sus destellos de la tentación de lo desconocido, algo así como esperar en su puerta nervioso para que no saliera ningún familiar, o tratando de ser lo más gentil con su mejor amiga (para ganar puntos). Bueno sea como sea ella está entre las experiencias más invaluables y hasta la luna de esta noche no tengo razones para quejarme de ella ni de nada de lo que ocurrió, al contrario agradezco a Dios y al destino de ofrecerme tal experiencia, el superarlo, fue lo realmente difícil. Pues bajar del cielo no es fácil y ella es lo más cercano al cielo, luego de tanto tiempo de pasar en problemas, en ese vacío y oscuro lugar que no me permitía avanzar, sentirme mejor conmigo mismo.
Pero ahora, que estoy en tierra veo todo mejor.
No merecía el cielo después de todo, aún me falta mucho por crecer y mejorar, mantener una relación resulta difícil y complicado, aún mas en esta transición de "crecer" y conocer el mundo, todo esto que cambia cada instante con y sin nosotros. Pues sí, aquí estoy cambiando en ocasiones al mismo tiempo que mi alrededor, en otras ocasiones no, pero he aprendido a conocer a levar las cosas a mi ritmo, de una manera sana, disfrutar mi tiempo, mi época (aunque no me sienta de esta época y por más cliché que suene) realmente creo que la puedo sobrellevar y aún este lienzo que llamamos vida lo puedo delinear y borrar algunos trazos pasados de estilo o fuera de lugar, aún hay muchos trazos por hacer y toda la disposición de esta vida y el mundo para hacerlo.
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