Esta semana una amiga me preguntó una sencilla y clara pregunta sin escape alguno: "¿A quién le escribes?" y ocasionó en mi un mar de preguntas internas que aún intento responder.
Pero antes de responder debo primero aclarar que las letras no siempre se manifiestan de la misma manera, esto incluye la fuente de inspiración y su propósito. Y quizá en ello me excuse todos estos días, tiempo largo, sin escribir. Pero eso dejó sin libertad a una parte de mi, que tiene anhelos y delirios de cuentos y personas, en aquel lugar dónde los sueños nacen por doquier. Y sin duda alguna no hay peor pobreza que no soñar.
Aunque en ningún instante dejé de soñar en este tiempo y en eso me regocijo, hice de mis sueños realidades y acciones día tras día para cumplir cada una de mis metas, un estudiante es estudiante todo el día y todos los días, así mismo es el profesional. Y olvidé escribir, darle inmortalidad a sentimientos que valen la pena.
De esta manera emprendí este camino que deseo, anhelo y agradezco día a día a Dios por permitírmelo. Este camino no es para nada fácil, no suspendo la idea de que exista camino alguno que sea fácil pero al principio del camino, hay muy poca guía, aquí al justo inicio de nuestro destino nuestro principal soporte debe ser la constancia, una palabra que casi se deshace en el ahora, que nadie la asume con la grandeza que necesita. Olvidando que la constancia debe ser pilar fundamental a lo largo de nuestras decisiones. Y por lo tanto estoy aquí encontrando esa parte de mi que encuentra refugio en las letras, decidiendo mi norte escribiendo de nuevo y definiendo "mi musa".
En el intentar responder para lograr aclarar conseguí una respuesta un tanto incierta.
Yo no le escribo a alguien en especifico, pretender hacerlo es mutilar la inspiración porque la musa no viene siempre igual y caí en cuenta que escribo casi siempre a quien quiero, a quien construyo, a quien imagino conmigo en el ahora, considerando la eternidad y lo efímero del ahora, estableciendo de esta manera a una musa que no se apega a nadie, si no va mas allá de caras bonitas y piernas largas.
Ahora así se dibuja la silueta de la mujer que hace enloquecer mis letras y me obliga a verterlas en este medio para nunca perderlas, para dejar huella de quien soy y a quien quiero en el constante cambio, el cambio como corriente sublime que transforma poco a poco, segundo a segundo.
He aquí mi propósito escribirte y definirte a ti musa de mis palabras, con diferentes formas y maneras de irse, pero siempre con maneras perfectas de venir, así tan ideal, fiel delirio.
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